17 Objetivos para el cambio global en la Agenda 2030
Confieso que quién ha inspirado este artículo es la Mujer Maravilla, embajadora de la ONU para la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas, una idea brillante que conecta con los nuevos lenguajes e iconografías de la comunicación en red.
Esta Agenda es en realidad, un compromiso común y universal que tiene como prioridad 1 poner fin a la pobreza en el mundo.
Una pobreza que recuerdo ya no se localiza exclusivamente en los países menos desarrollados, sino que la tenemos en nuestras ciudades como consecuencia de las diferentes crisis, económica, social, democrática, de valores que se han ido gestando en las últimas décadas.
Los #17ODS incluyen, entre otros puntos, erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el acceso al agua y la energía; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar medidas urgentes contra el cambio climático; promover la paz y facilitar el acceso a la justicia. Cuál más importante e imprescindible para el desarrollo de nuestra civilización, pero hoy me quiero centrar en el objetivo número 17: “Alianzas para lograr los objetivos”.
Formar parte del movimiento de personas que se suman al cambio global para construir un mundo mejor para todos, constituye un reto que debemos abordar con audacia e inteligencia colectiva, especialmente las mujeres: de todas las culturas, lenguas, generaciones, extractos sociales y orientaciones ideológicas. Por eso para mí el objetivo número 17 de la Agenda 2030 es de gran importancia.
Estrategias para cumplir los objetivos
Para que una agenda de desarrollo sostenible sea eficaz se necesitan alianzas entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Estas alianzas inclusivas se construyen sobre la base de principios y valores, una visión compartida y objetivos comunes que otorgan prioridad a las personas y al planeta, y son necesarias a nivel mundial, regional, nacional y local.
Después de un largo tiempo observando de cerca los distintos movimientos de mujeres y a las mujeres referentes, líderes en sus respectivos campos de especialización profesional y académico, he llegado a la conclusión de que la primera y más importante alianza para lograr, ya no un cambio social en una sociedad como podría ser la española o la catalana, sino global, es entre nosotras, las mujeres del planeta. Me siento afortunada por haber podido conocer tantos talentos femeninos a lo largo de los últimos 10 años de mi vida vinculada a proyectos relacionados con el empoderamiento de las mujeres.
Pongo el foco de atención en un artículo que no ha pasado inadvertido para mí. La Dra. Sara Berbel hace unas semanas nos interpelaba con sus letras en un diario a todas las mujeres y especialmente a las feministas, para superar las diferencias que en algunos momentos nos han distanciado y construir una “alianza que aunara la ética de la convicción con la ética de la responsabilidad”. No comparto todo lo que comenta la Dra Berbel en este artículo, pero creo que es interesante su propuesta y se debería estudiar. Hoy lo pongo en valor, hay que visibilizar otras voces y enfoques.
Quiero recordar que el punto de origen de las “alianzas estratégicas entre mujeres” proviene de las luchas de los movimientos feministas en la historia y partió del objetivo común de conseguir la Igualdad, equiparación de derechos y libertades. No dejo de preguntarme dónde estamos ahora, con respecto a aquellos logros y cuál es el punto de origen en el que deberíamos confluir todas hoy. Sin duda, la feminización de la pobreza debería ser una misión prioritaria en la que trabajar juntas. Como decía anteriormente, se ha instalado en nuestras ciudades y me resigno a aceptarla como un hecho social endémico. Deberíamos preguntarnos qué podemos hacer cada una de nosotros o desde una acción en red todas juntas para erradicarla.
Igualdad
Pero la Igualdad, tampoco está garantizada, entendida ésta como concepto amplio en lo que se refiere a corresponsabilidad, en la toma de decisiones en las empresas, en la gestión pública, en el liderazgo político, en la dirección de los centros de investigación científica, de conocimiento e innovación y en tantos espacios de interacción profesional, social, cultural. He escrito sobre ello en “el retroceso en materia de igualdad” y los retos frente a nuevas desigualdades en anteriores artículos.
Es sabido entre las mujeres que ocupan posiciones de alto nivel directivo que no es fácil integrar el relato de la igualdad en un entorno empresarial muy masculinizado, a veces incluso hostil y con demasiada frecuencia de sesgo machista, a pesar de que muchas de ellas, han llegado gracias a las tan desdeñadas cuotas de representación femenina.
Por poner algunos ejemplos de una realidad próxima, hace poco, en el Women 360° Congress escuchamos a Helena Herrero, toda una alta directiva de reconocida reputación, Presidenta de HP España y Portugal decir que “Las cuotas ayudan a equilibrar la diversidad en las empresas” Creo que estamos evolucionando lentamente, pero en la buena dirección, y hoy las directivas de mi generación y las millennails provienen ya, muchas de ellas, de otro tipo de procesos de selección, más por habilidades y competencias, porque la cultura organizacional afortunadamente, está cambiando. La diversidad de talentos se está integrando cada vez más en las empresas, como concepto para obtener equipos humanos más complementarios que aporten conocimientos variados y diversas visiones y esto es muy beneficioso y económicamente rentable para la economía global.
Permítanme poner el acento en la causa mayor, en la necesidad de incorporar Más mujeres en puestos decisivos, Más mujeres liderando, Más mujeres preparadas con las que establecer alianzas para contribuir al cambio global.
Quisiera aprovechar estas letras para dar a conocer una realidad, cuanto menos chocante, en Catalunya, un objetivo estratégico de alto interés para la UE y sé bien también que para la ONU, hacen falta más mujeres en los consejos de dirección y dirigiendo las empresas, aportando sus conocimientos. Se suponía que una de los espacios más desarrollados del sur de Europa, cultural y económicamente hablando, y con capacidad para generar riqueza, debería apostar por integrar a las mujeres en su economía. Disponemos de muchos perfiles bien preparados, pero deben darse 2 situaciones.
La primera es que las mujeres “se atrevan” y den un paso adelante. Proyectos para ayudarlas los hay, como nos recuerda con sabia aseveración Anna Mercadé, Directora del Observatori dona empresa i economia de la Cambra de Comerç de Barcelona en “Un paso adelante: atrevernos” La partida de ajedrez para promover el cambio global también se juega en los Consejos de Dirección de las empresas y de organismos como las cámaras de comercio, en los que es imprescindible incorporar los talentos femeninos, sus conocimientos, habilidades, competencias, visión y compromiso.
La Segunda, es que las leyes acompañen y faciliten la integración de más mujeres en puestos decisivos. Me consta que el Govern de Catalunya va a llevar al Parlament la modificación de la “Llei de cambres de comerç catalana” Creo que la actual es del año 2002 (De hace 14 años) así, espero y deseo que esa ley tan importante se actualice y se contextualice para que sea el reflejo de la sociedad del siglo XXI, integrando las demandas de las plataformas de mujeres empresarias y directivas que abogan por la paridad y una mayor participación y representatividad de las mujeres que forman parte de estos organismos regulados por el gobierno de la Generalitat, en sus consejos de dirección.
Y acabo…
Existe una pregunta que siempre está en el aire y es ¿Para qué ha de servir el poder de las mujeres, cuando lo alcanzan? Cada una de nosotras deberíamos responder con sinceridad a esta pregunta, no obstante, creo que no hay nada más honorable en este mundo que comprometerse y ayudar a que otras personas que lo necesitan, salgan adelante.
Detesto tener que dar siempre datos negativos, pero la realidad es la que es y quiénes padecemos mayor desigualdad y discriminación somos las mujeres en general por razones muy diversas. Vivimos en un mundo complejo. El capitalismo como sistema imperante se deshumaniza y existe un riesgo, el aumento de las desigualdades puede poner en peligro la sostenibilidad de las economías, sociedades y comunidades, socavando los esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030, según un nuevo informe.
Por ello, es preciso adoptar medidas urgentes encaminadas a movilizar, reorientar y aprovechar recursos públicos y privados para generar transformaciones a fin de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible que tan bien ha sabido definir la ONU.
Las alianzas entre mujeres son imprescindibles. Tal vez ayudaría por ejemplo, si aprendiéramos a construir alianzas por nosotras mismas, exentas de etiquetas, sin protagonismos, ni instrumentalización política, sólo mujeres comprometidas y atrevernos a dar ese paso adelante juntas, para contribuir al cambio global.
Yo, aquí estoy, me comprometo.