En este artículo os hago una reflexión sobre el significado del Big Data Woman y como las mujeres intrínsecamente lo aplicamos.
En el mes de marzo se nos satura de datos respecto a la situación de las mujeres a lo largo y ancho del mundo.
Creo que los medios y las instituciones sienten que deben cumplir, al menos una vez al año, con todo lo relativo a la igualdad, uno de los pilares básicos de los DDHH.
El síndrome de “Big Data Woman”
La paradoja es que con este chaparrón de artículos, estudios y datos, lo que se demuestra es que la igualdad brilla por su ausencia en cualquiera de los rincones de estamentos, instituciones y sociedades que te dediques a investigar. Vamos que, como dirían nuestras bisabuelas, ¡queda mucho por barrer y fregar!
En los años 90 la doctora Bernadine Healy puso de manifiesto que las mujeres éramos invisibles en los estudios de enfermedades cardíacas. Lo describió como “el síndrome de Yentl”.
Su denuncia contribuyó a desterrar el mito que las mujeres no éramos susceptibles de tener un infarto. Es curioso que en su entrada de la Wikipedia, tal como podrán observar, no se mencione al síndrome como tal.
Tan curioso como este chaparrón que les mencionaba al principio del artículo, que he dado en llamar síndrome de “Big Data Woman” y que padecen en marzo los medios e instituciones.
Esta monumental lluvia de grandes cifras respecto a nuestra situación en el mundo produce, en general, un efecto antagónico al que se pretende conseguir.
Al igual que el alumnado se ve abrumado cuando se le dan demasiados datos con poco tiempo para procesarlos, nuestra sociedad contemporánea padece, hoy, lo que parecería un oxímoron: la desinformación por sobreinformación.
Es tal nuestra sobreexposición informativa que se nos acaba desenfocando la realidad porque la tecnología le permite a todo el mundo la multitarea. Y, claro, en cuanto llegamos a este punto, unas estamos mejor preparadas que otros.
Las mentes masculinas han desarrollado, para enfrentarse a la implosión de información, diferentes teorías, varias de ellas ligadas a un concepto:
Si hay abundancia de información hay pobreza de atención, elaborado por Herbert Simon – Premio Nobel de Economía. A partir de éste concepto todo desemboca en lo que Michael Goldhaber, y otros economistas, han denominado la “Economía de la atención” creo que para justificar que casi tres terceras partes de lo que circula por las redes se nos convierte en ruido, o lo que es peor, en noticias no confirmadas ni contrastadas por no poder atender varios temas a la vez en un escaso margen de tiempo.
Era de la multitarea y sobreinformación
Las mentes femeninas, las mujeres, no solo estamos anatómicamente preparadas para poder enfrentarnos a esta era de la multitarea y a la sobreinformación si no que llevamos siglos ejerciendo un pensamiento en red y la simultaneidad de tareas con la sobrecarga de información.
Las mujeres han sido las transmisoras de las tradiciones y las historias de los pueblos, de los saberes milenarios respecto a las propiedades de las plantas que luego la industria farmacéutica ha podido aprovechar, las depositarias de idiomas que se hubieran extinguido y han actuado en red para cuidarse, protegerse y defenderse ante multitud de catástrofes.
Nuestro cuerpo calloso, estructura que conexiona los dos hemisferios cerebrales, tiene un 30% más de conexiones que el de los hombres.
Eso, y la especialización generacional durante siglos, nos permite afrontar todo ello de una forma más saludable.
El cerebro de la mujer un perfecto “Big Data Woman”
Y nos permite, también, poder reaccionar ante el síndrome del “big data woman”, que acontece cada año en este mes de marzo, de forma selectivamente certera. Para ello, si es usted una mujer, solo tiene que recordar como sus madres, sus abuelas y usted misma, han simultaneado tareas de forma eficiente.
Por mucho tertuliano masculino agorero que oigan hablando sobre los peligros de la sobreinformación, ni se les ocurra creer que no pueden cada mañana ojear las noticias en twitter, mientras hacen la naranjada, escogen la combinación de ropa que van a ponerse, se maquillan y van hacia el despacho habiendo seleccionado cuáles son las noticias importantes para usted y sus intereses personales o empresariales.
Sí, así es. Para nosotras es muy sencillo afrontar un diluvio de datos.
Nuestro cerebro, gracias a nuestro cuerpo calloso, es experto en rastrear la información correcta e interesante de entre “el ruido” del flujo incesante; somos expertas en suprimir las ventanas emergentes que nos distraen del propósito final, clasificamos la información muy rápido porque partiendo del detalle construimos lo general, administramos la información con marcadores y simultáneamente realizamos otras tareas.
Conclusiones Big Data Woman
Si lo que acabo de describir les ha recordado lo que hace su navegador, no se extrañen en absoluto.
Si lo que acabo de describirles les recuerda que ustedes son capaces de escuchar a alguien mientras repasan su agenda al tiempo que se preparan un café… piensen que es gracias a su cuerpo calloso y la experiencia milenaria de las mujeres que la acompañan.
Disfruten de esta ventaja tan saludable y surfeen tanto como quieran en la sobreinformación, incluso durante el mes del “Big Data Woman”. Pero no olvide nunca que ellos no están preparados para responderle preguntas acertadamente mientras tuitean….
Escrito por Carme Freixa, Psicologa, periodista y escritora. Para dDermis Magazine
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