¿Qué es la psicooncología?
Es la disciplina de la psicología clínica especializada en conocer la respuesta psicológica del paciente y de la familia a su enfermedad oncológica. Se encarga de estudiar los factores psicosociales y conductuales que influyen en el riesgo de tener cáncer, en la detección de la enfermedad y en cómo se adaptan los pacientes y familiares a la fase de supervivencia, cuando el paciente ya ha pasado por el diagnóstico y tratamiento, y también cuando la enfermedad evoluciona y avanza.
¿Qué acciones realizáis en la unidades de psicooncología ICO?
Cuando los profesionales sanitarios detectan un malestar emocional significativo en algún paciente o en sus familiares, nos lo derivan. Allí hacemos una evaluación psicológica de su estado, diagnosticamos el problema que tiene a nivel psicológico y tratamos de decidir qué tipo de tratamiento es el más idóneo: a nivel individual, a nivel grupal e incluso a nivel de pareja y de familia. Trabajamos tanto a nivel ambulatorio, cuando la persona ya no está en el hospital, como cuando está ingresado y está realizando algún tipo de tratamiento.
¿Hay una tendencia que trata de positivizar -a toda costa, quizás- el cáncer?
El problema es que acabe siendo una forma casi hegemónica de llevar la enfermedad, que la gente sienta que la única manera de llevar la enfermedad es ser positivo. Ser positivo no es un objetivo en sí mismo sino algo que alguien consigue entender al pasar por su enfermedad. Es el resultado de un proceso duro y doloroso. No se puede tratar de que la gente asuma este resultado como un lema, que deba estar fuerte y aprender casi por obligación. Entonces esto se volvería lo que mucha gente ha llamado la “tiranía del pensamiento positivo en cáncer”. Lo que nosotros defendemos es una psicoterapia, facilitar que la gente encuentre sus recursos, generarle una curiosidad sobre cómo ha sido su vida hasta el momento y cómo quiere que siga. Es un momento de aprendizaje: tras reconocer el dolor y las dificultades, uno puede llegar a reconocer que ha sacado algo positivo de todo esto. Pero no es el punto de partida, como si fuera una recomendación médica. Detrás hay una culpabilización, como diciendo “si no eres suficientemente positivo, no vas a curarte”, y eso es uno de los efectos perjudiciales que tienen esas visiones demasiado simplistas de cómo ha de llevarse una enfermedad.
¿Nos imponen estar guapas incluso cuando estamos enfermas? ¿O realmente ayuda?
Lo malo es cuando el pensamiento hegemónico acabe siendo la estética, para que nadie me pregunte ni me mire. Cuando el aspecto físico se vuelve una forma de evitar preguntarse cosas más importantes que uno está viviendo, allí es cuando puede ser perjudicial a nivel psicológico. Pero cuando es una forma de sentirse más cómodo con su imagen, sin dejar de preguntarse otras cosas importantes, es normal que la parte estética sea una de las cosas que se quieran normalizar.
¿Cuál es vuestra propuesta para las supervivientes de cáncer de mama?
Lo que queremos proponer desde nuestra especialidad es que la gente tome conciencia de qué le está pasando, de su proceso, de cómo se siente, en qué medida lo comparte, cómo han quedado sus relaciones…Si te afecta, no lo dejes de lado, trata de hablarlo con la gente a tu alrededor, y si ves que esto no sirve, pide ayuda a profesionales como los psicooncólogos, que van a evaluar cómo estás tras esta enfermedad, tratarán de acercarte a formas diferentes de verla, de conocer a otras personas que puedan serte de ayuda, de facilitarte estrategias para llevarlo. Eso es lo que pretendemos en un programa que llevamos haciendo 10 años, que consiste en una terapia grupal de 12 sesiones semanales. Tratamos de que la gente asimile por lo que está pasando y haga los cambios necesarios para seguir llevando su vida de una manera más rica, dar cambios vitales positivos, crecer tras una enfermedad… No es una obligación pero es una de las vías para adaptarse a ella que sabemos que ayuda. Varios estudios indican que el tratamiento psicooncológico puede mejorar el curso mismo de la enfermedad.
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