Me sobrecoge el corazón ver, en cada noticia y telediario, el testimonio de miles de personas huir despavoridas del horror, hacia un destino incierto, dejando atrás sus vidas, sus familias, sus juegos, sus escuelas, sus amigos… sin comida, ni dinero, sin ropa que les proteja del frío y la lluvia, con bebés a los hombros… No puedo contener mis lágrimas al pensar que esta situación sucede a pocos kilómetros de mi casa, y que algún día puede que me toque a mí.
Es un infierno que no han elegido, parece un experimento sociológico del siglo XXI para analizar la capacidad de resistencia del ser humano. Hasta qué punto nuestro cuerpo, mente, emociones, puede sobrevivir en condiciones extremas y salir vivo – que no sano- de un viacrucis.
Esta editorial quiero dedicarla a todas estas personas, niños, niñas, hombres y mujeres, ancianos y ancianas que huyen para salvar sus vidas y encuentran hostilidad en los países que creen que les van a salvar. Hago un llamamiento a las personas y gobiernos que tienen la solución en sus manos, para que ésta llegue antes que el invierno se apodere de sus cuerpos débiles y se produzca el mayor crimen de la humanidad en este siglo.
Me quedo sin palabras.
Rosa Cuscó – Directora
Si te gustó este artículo lo puedes compartir en tus redes (aunque lo leas unos días después de su fecha de publicación). También si quieres seguir este blog suscríbete a su newsletter desde la Home, o descárgate nuestra app gratuita.