La salud del hígado
Con su kilo y medio de peso, nuestro hígado es el más grande de los órganos humanos y uno de los más complejos. Sus funciones son múltiples y de máxima importancia…
Primero, tiene un rol clave en la digestión, pues produce y excreta la bilis (función colerética y colagoga), necesaria para emulsionar las grasas y ayudar en la absorción de la vitamina K. La bilis se almacena en la vesícula biliar.
También juega un papel fundamental en los metabolismos de los carbohidratos (glúcidos o azúcares), las proteínas y los aminoácidos, y las grasas (lípidos).
Es responsable de la síntesis de casi todas las proteínas y de los aminoácidos, y de su catabolismo, como por ejemplo la producción de la urea. Asimismo, sintetiza los factores de coagulación y participa a la producción de los glóbulos rojos (hematíes).
En el metabolismo de los lípidos, cumple con varias funciones: síntesis y reciclado del colesterol, lipogénesis, producción de los triglicéridos y de varias lipoproteínas (transportadores de grasas, por ejemplo el colesterol HDL y LDL).
Además produce el factor de crecimiento insulina-like (IGF-1), una hormona polipeptídica que juega un papel importante en el crecimiento infantil y continúa teniendo unos efectos anabólicos en los adultos, inclusive en el cáncer, siendo su aumento un marcador de riesgo oncológico.
Según la medicina tradicional china, el hígado está relacionado con el este, la primavera, el color verde, los ojos, los músculos y tendones, el viento, el sabor ácido, etc.
Todo eso le convierte en un actor esencial de depuración, desintoxicación y detoxificación, en particular durante la noche y en primavera, de allí la importancia de una cura de drenaje hepático en primavera y después de periodos de excesos…
Detox del hígado
Esta “limpieza” del hígado se realiza mejor y sin efectos colaterales con la fitoterapia. Algunas plantas son bien conocidas por sus propiedades drenantes y detoxificantes, como la alcachofa, el diente de león, el rábano negro, el cardo mariano, la fumaria, el romero así como la cúrcuma, el desmodium y un largo etcétera.
Tradicionalmente, en medicina energética, se sabe que ciertas emociones y estados anímicos son nocivos para el hígado: la rabia, el rencor, la frustración pero también los estados de nervios y de estrés mal gestionados.
Todo eso resulta a menudo en síntomas frecuentes de mala digestión, cansancio (especialmente matutino), cefaleas y migrañas, mal humor, alergias e intolerancias, trastornos oculares y musculares, etc.
La función detoxificante del hígado se desarrolla durante las 24h, con un máximo de intensidad por la noche (entre 1 y 3 AM), razón por la cual si la cena es ligera le ayudamos en su tarea limpiadora.
Además cuanto más tóxicos nos encontramos (por sobrecarga alimentaria, sustancias foráneas y/ o tratamientos farmacológicos), más tiene que involucrarse el hígado en esa función desintoxicante y menos puede cumplir con sus otras funciones metabólicas “nobles”…
Además de la fitoterapia, siempre tendríamos que tener en cuenta nuestro estado nutricional y micronutricional, atentos a las deficiencias y/o los excesos de todos los nutrientes alimenticios, micronutricionales, oligoelementales, enzimáticos y antioxidantes que necesita nuestro hígado para su buen funcionamiento.
Aminoácidos, los carbohidratos y las grasas
Eso incluye en primer lugar los aminoácidos, los carbohidratos y las grasas de buena calidad, en particular los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y 6, los minerales, las vitaminas y los oligoelementos esenciales, además de todo un abanico de antioxidantes y fitoesteroles necesarios para el metabolismo hepático.
Entre los nutrientes micronutricionales destacan por su importancia el magnesio, el hierro, el cobre, el zinc, el manganeso, el selenio, así como las vitaminas liposolubles A-D-E-K, las hidrosolubles como la vitamina C y las del grupo B…
Algunos actores son fundamentales para las funciones antioxidantes y antiinflamatorias, por ejemplo el glutatión, el SAMe, la curcumina, el ácido alfalipóico, etc.
Todos esos aportes desde luego dependen de una buena función de asimilación digestiva, un estado de eubiosis intestinal con una microbiota bacteriana equilibrada y una membrana sana. De lo contrario, la disbiosis intestinal y/o la hiperpermeabilidad membranaria pueden ser la causa de todos los trastornos hepáticos y metabólicos relacionados.
Eso puede acarrear una intoxicación, un empacho y un cansancio hepático, produciendo a la larga un estado inflamatorio crónico y progresivo con esteatosis (¡foie gras!), hepatitis, fibrosis, cirrosis y eventualmente cáncer del hígado (hepatoma).
Así que, para que nuestro hígado nos sonría y cumpla con todas sus imprescindibles funciones, tenemos que cuidarle con una buena alimentación, una saludable higiene de vida, y con la gestión positiva de nuestro estrés y de nuestras emociones.
Escrito por Dr. Francesco Borella. Para dDermis.com. Licenciado en medicina y cirugía por la Universidad de Ginebra, Suiza: formado en pediatria y psiquiatria en hospitales de Ginebra; formación especializada en acupuntura, homeopatia, fitoterapia, naturapatia y psicoterapia: miembro docente del IEDM
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