Flandes, una de las tres regiones que conforman Bélgica, es una de las zonas con más encanto de Europa.
Pequeña pero repleta de tesoros, ha sido un enclave comercial estratégico a lo largo de los siglos, y su larga Historia se manifiesta en cualquier esquina.
Además, en su mayor parte, no ha sido aún descubierta por el turismo de masas, por lo que callejear por sus ciudades y pueblos es un verdadero placer.
Bruselas
Aunque no representa la verdadera esencia de Flandes, Bruselas es un excelente punto de partida para realizar una ruta por esta zona.
La ciudad alberga la sede del Parlamento y Comisión europeos, así como la de la OTAN y grandes empresas internacionales, y se caracteriza por una vida cultural muy activa y su carácter cosmopolita.
Los imprescindibles de una visita a Bruselas deben ser la Grand Place, Patrimonio Mundial de la Unesco y considerada una de las plazas más bonitas del mundo, con sus edificios gremiales y el Ayuntamiento, y la legendaria estatuilla del Manneken Pis, el niño que hace pipí.
También valen la pena las Galerías de St Hubert, las primeras galerías comerciales cubiertas de Europa, o la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, famosa por sus vidrieras.
Ah, y por supuesto, no hay que perderse sus cientos de tiendas de bombones… ¡El chocolate es un must de Bélgica!.
Amberes
Y del chocolate pasamos a los diamantes, el mejor amigo de la mujer (según Marilyn Monroe, claro), porque Amberes es el Centro Mundial del Diamante, además de cuna del pintor Rubens.
Situada a orillas del río Escalda, Amberes es un buen aperitivo para empezar a paladear el espíritu de Flandes.
Es en torno a la Grote Markt, o Plaza Mayor, donde se concentran las calles y los edificios más bonitos de la ciudad.
La Plaza Mayor cuenta con importantes edificios gremiales de los siglos XVI y XVII y con el Ayuntamiento, del siglo XV, un híbrido de elementos renacentistas flamencos e italianos.
En la Catedral de Nuestra Señora, podrás admirar algunas de las obras del pintor Rubens, así como en otros edificios, como el Museo de Bellas Artes, y la propia Casa de Rubens, su casa-taller convertida en museo.
Desde el centro histórico, vale la pena realizar un paseo hasta el castillo y a la orilla del río.
Gante enamora
Quizás por ser la ciudad flamenca con mayor número de edificios históricos, por su falta de artificialidad, por la amabilidad de los ganteses, muy orgullosos de su ciudad, o por la alegría de los universitarios, que animan la ciudad.
O quizás sea por la perfecta combinación de estos elementos.
Punto de encuentro de dos ríos, el Lys y el Escalda, su auténtica belleza se descubre paseando sin prisas por el centro histórico, que es un auténtico museo arquitectónico al aire libre.
Las tres torres son el símbolo más representativo de la ciudad, y pueden verse especialmente bien desde el puente de San Miguel.
Corresponden a la torre de la iglesia de San Nicolás, al campanario de la Atalaya o Belfort y al de la Catedral de San Bavón, que además conserva el famoso retablo de “La Adoración del Cordero Místico”, realizado por Jan Van Eyck.
Dos de las zonas más bonitas de la ciudad son el Graslei (muelle de las herboristas) y el Korenlei (muelle de los graneros).
Sus edificios gremiales -construidos entre los siglos XII y XVI- y los universitarios sentados a la orilla de los canales son una de las mejores imágenes de este viaje a Flandes.
Lo mejor es perderse por la calles empedradas del centro histórico, contemplar los edificios de características fachadas a dos vertientes, y descubrir bonitos puentes sobre algún canal (a ser posible a la puesta de sol).
Con tiempo, vale la pena visitar también el Castillo de los Condes, una impresionante fortaleza en pleno centro de la ciudad desde cuyas torres puede disfrutarse un precioso panorama de la ciudad.
Brujas, considerada una de las ciudades más hermosas de Europa
Brujas es como un cuento de hadas. Eso sí, aquí la afluencia turística se nota mucho más que en el resto de Flandes, lo que a veces estropea un poco su encanto.
Aún así, vale mucho la pena, ya que sus murallas, torres y puertas de acceso medievales se conservan prácticamente intactas, la ciudad está cuidada con esmero y está llena de rincones románticos.
Es conocida como la “Venecia del Norte” por la cantidad de canales que la atraviesan.
La forma más adecuada de visitar Brujas es a pie o en barca, recorriendo sus canales medievales, durante el cual podrás contemplar la belleza de esta ciudad con una perspectiva diferente.
El corazón de Brujas se encuentra en el Grote Markt y el imponente campanario Belfort. Desde allí, el paseo más recomendado nos lleva a recorrer su casco histórico, declarado Patrimonio de la Unesco.
Los puntos más recomendables de este paseo son la Plaza Burg, el Rozenhoedkaai, o Muelle del rosario, recorrer el canal Dijver, y seguir hasta los jardines del Beaterio y el cercano “lago del amor” (Minnewater).
Más información en www.visitflanders.com/es
Escrito por Sarah Stracquadanio. Periodista.
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