Desde los griegos y hasta el siglo XX, el pensamiento occidental ha estado dominado por la dicotomía entre razón y emoción. Y la razón siempre había sido considerada superior a la emoción. Si alguien era tildado de racional, lo estaban alabando; mientras que, al revés, ser tachado de emocional era ser considerado inferior.
Durante todo este tiempo, se había creído que las decisiones se tomaban exclusivamente en términos de racionalidad sin que las emociones intervinieran en el proceso. Y dado que el conocimiento del cerebro era exiguo, casi podemos decir que se creía que las decisiones se tomaban con el cerebro, nuestra parte racional; y las emociones, con el corazón.
Hacia finales del siglo XX el neurólogo Antonio Damasio propuso un cambio esencial en esta concepción. Y fue a partir del estudio de la documentación y pruebas de un obrero, Phineas Gage, que, a mitad del siglo XIX, trabajando en la construcción del ferrocarril en los Estados Unidos, sufrió un accidente: una barra de hierro le atravesó el cráneo. Gage no sólo sobrevivió, sino que en poco tiempo tuvo el alta médica. Aparentemente, estaba bien; no había perdido ninguna facultad física, sin embargo, su personalidad y su temperamento habían sufrido cambios muy notables.
Antonio Damasio se dio cuenta de que el lóbulo frontal es la parte del cerebro encargada de los procesos relacionados con las emociones, la personalidad y las funciones ejecutivas.
Damasio descubrió que la cognición y las emociones no solamente están estrechamente entrelazadas, sino que, además, la emoción es el primer mecanismo para la racionalidad.
La pregunta es: si las emociones son importantes, si saber ligar bien emociones y razón es crucial, ¿podemos hacer algo para mejorar nuestras capacidades? Y, sobre todo, ¿podemos educar emocionalmente a nuestros hijas e hijos?
El hada Menta, personaje fundamental, es un hada minúscula, verde como un guisante y pequeña como una magdalena, que ayuda a los críos a tener criterio y que les ofrece recursos.
En los cuentos se trabajan 28 situaciones distintas desde el bullying escolar, hasta la intimidad del propio cuerpo, pasando por el reconocimiento de las emociones, el valor del esfuerzo, el control de la ira…
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