Se ha demostrado ampliamente que los probióticos pueden mejorar la salud de los pacientes al regular su función inmunitaria.
En concreto, algunos estudios muestran que las cepas probióticas pueden prevenir las infecciones respiratorias de las vías altas.
Las infecciones agudas de las vías respiratorias superiores incluyen el resfriado común, la inflamación de la tráquea y la laringe con síntomas que derivan en fiebre, tos, dolor y cefaleas.
La mayoría de las infecciones agudas de las vías respiratorias superiores son causadas por infecciones virales.
Un estudio sobre el Lactobacillus rhamnosus LA 801 (LGG), en el que se usó el probiótico Lactibiane Enfant, de Pileje, demostró la utilidad en la prevención de las infecciones respiratorias en niños, especialmente evidente para las infecciones de las vías altas.
La investigación realizó un ensayo aleatorizado en 281 niños que asistían a la guardería. Se asignaron aleatoriamente dos grupos para recibir LGG o bien placebo, durante un período de intervención de 3 meses.
En comparación con el grupo placebo, los niños que tomaron LGG tuvieron un riesgo significativamente reducido de infecciones y muchos menos días con síntomas respiratorios.
Los que tomaban dicha cepa microbiótica presentaban 3 veces menos infecciones respiratorias en comparación con el grupo placebo.
De esta manera, el estudio demostró que el consumo diario de probióticos en niños, especialmente si van a la guardería, reduce significativamente las infecciones respiratorias de las vías altas.
Tomar esta cepa de probióticos, puede recomendarse para disminuir el riesgo de infecciones del tracto respiratorio superior en niños, reduciendo también los días de ausencia a la guardería.
Un probiótico de calidad, es una inversión de futuro
Los beneficios que nos aporta un probiótico son cepa-dosifico dependientes. Es decir, dependen de la cepa y de la dosis utilizada en cada complemento probiótico.
Hay que tener en cuenta los desequilibrios y las perturbaciones en cada individuo para encontrar el probiótico más adecuado para cada situación.
Y pensar en él desde el primer día de vida y sobre todo cuando la microbiota en el bebé no ha empezado de la forma más natural y sana posible. En estos casos y en cualquier niño, un probiótico de calidad, es una inversión de futuro.