En la profundidad de los pensamientos íntimos, surgen los más insospechados interrogantes.
¿Hay devoción en lo que hacemos cada día?
Con el tiempo ha tomado interés en mí aquellas vivencias conectadas a la belleza creativa desde un enfoque innovador y disruptivo. Crear, cocrear belleza… a nuestro alrededor.
Una belleza que no tiene un nombre concreto y discurre como una narración que vamos descubriendo, a través de formas múltiples; está en el arte que apreciamos, está en los ojos desde los que miramos, está en nuestras relaciones personales, en cómo las cuidamos y enriquecemos, está en los negocios que impulsamos, está en nuestros hobbies…
Últimamente, la curiosidad me reta a averiguar cómo se alcanza ese nivel de perfección en lo que hacemos para lograr una excelencia plausible que nos conecte con esa belleza anhelada.
¿Será el deseo? ¿Será la revelación de una devoción dormida que un buen día despierta y echa a andar…?
La etimología de la palabra en latín “devotiones” nos sugiere algunas pistas: consagración, dedicación, voto, o la irresistible atracción a una “idea”.
Creo que es el conjunto de diversos ingredientes, como en la paleta de la artista, gama de colores, trazos de intensidad variable y una buena dosis de recuerdos e imaginación para dibujar esa idea que nos ronda en el pensamiento.
Algunas personas de gran calidad humana con las que tengo la fortuna de colaborar a diario, me suelen preguntar por la diferencia.
Por cómo lograr mostrar su singularidad, genuina y magistral que les diferencie del resto de sus competidores y sobresalir así, de los márgenes de lo estándar. Yo les digo que dejen de buscar nuevas fórmulas y se den permiso para dejarse encontrar, a través de su devoción.
Yo les digo que dejen de buscar nuevas formulas y se den permiso para dejarse encontrar, a través de su devoción.
Es así como nos reconocen los que desean lo diferente, conectados y alienados a nuestros mismos valores, visión y deseos.
Déjense encontrar por su devoción…
La devoción con la que vivimos nuestras vidas y todo lo que hacemos, apreciando cada instante como una experiencia única e irrepetible.
¿Por qué no? Dejarse encontrar en un amanecer para dar la bienvenida a la luz del día, como un ritual prodigioso, un homenaje al ciclo de vida del que formamos parte en la tierra.
La devoción “artesana” realizada con maestría, o “directiva” de un negocio bien hecho y noble que ofrece soluciones a retos concretos, es la clave para un recuerdo duradero. Las obras maestras y sus autores, trascienden en el tiempo.
La devoción primordial de llevar a buen término nuestra misión, aquello que da respuesta a nuestro ¿Por qué? Equilibrio, equidad y cierta equidistancia para no ser arrastrados por movimientos subversivos, cortoplacistas y de distracción de lo importante.
La devoción al silencio, nuclear la concentración, meditar y ascender a otras consciencias que nos ayuden a evolucionar.
Una devoción que a pesar de vivir en tiempos convulsos, se apasiona con el detalle, deja correr las horas y se perfecciona en un entrenamiento complejísimo, comprender la esencia de la vida, de los seres humanos, de sus procesos mentales, de sus actos y de su impacto en los demás y en el mundo que les rodea y así, tal vez, llegar a acariciarla levemente.
Escrito por MF.
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