¿Por qué no puedo disfrutar de los momentos de felicidad para ser feliz?
Estamos a comienzos de año. Todos nos marcamos metas que, creemos, nos van a hacer muy felices o, al menos, más felices de lo que somos ahora. Pero ¿qué ocurre si va pasando el tiempo y no alcanzamos esas metas que, la sociedad nos dice, nos llevarán a la felicidad?
Pues sí, la respuesta es correcta: aparecerá la frustración. El psiquiatra Sergio Oliveros Calvo, único médico en España con tres primeros premios “Doctoralia Awards” consecutivos al psiquiatra más valorado de España -el último acaba de lograrlo, lo que le certifica como el especialista en psiquiatría más recomendado del país en 2017- es una voz autorizada en este tema.
Para él “cuando eso ocurre, cuando aparece esa frustración, tan sólo nos queda replantearnos los objetivos, elegir los más realistas y hacer unos planes para conseguirlos razonables.
Además, ayudará un poco más de empeño y, en la medida de lo posible, tratar de disfrutar más de la vida, de las cosas pequeñas, buscar la alegría en el camino de la motivación”.
Sin obsesionarse
Es lo peor que podemos hacer: estar continuamente evaluándonos sobre nuestro propio nivel de felicidad. Para empezar, debemos saber que la felicidad permanente es un estado irreal, utópico.
En opinión de la psicóloga Lorenza Escardó Zaldo “estar continuamente revisando si somos más o menos felices, acabará llevándonos, primero a la obsesión, después a la frustración.
En realidad, podemos ser felices por el simple hecho de no estar mal, de sentirnos relajados o, simplemente, por no estar agobiados por todo lo que tenemos que hacer”.
La doctora Lorenza Escardó es clara al respecto “nada de creer que estar feliz tiene que ser sinónimo de euforia o de estar absolutamente libre de preocupaciones. Es muy probable que nada de eso ocurra jamás en nuestro mundo real”.
Cada uno tiene su propia felicidad
De igual manera que cada uno de nosotros somos diferentes, cada persona tenemos nuestro propio concepto de felicidad… y ese es el que tenemos que buscar. Al final, uno es feliz teniendo poco, de igual manera que otro lo es teniendo mucho; uno siendo soltero y otro viviendo en pareja; uno viajando por el mundo y otro disfrutando de su rutina. Ese es el canon que debemos buscar, lo que hace feliz a cada uno.
¿Cuál es el problema entonces? Para el psiquiatra Sergio Oliveros “la cuestión es que muchos no nos mantenemos conectados con nuestros deseos y buscamos lo que nos marca sabemos cuál es el canon social, lo que significa que no sabemos qué es lo que nos hace felices lo que puede ser terriblemente frustrante”.
¿La solución? Según Oliveros “el quid de la cuestión está en aplicar un poco de trabajo personal para conocernos mejor. Y, sobre todo, no abandonar si las cosas no salen a la primera, no tener miedo al fracaso”.
Alcanzar una meta nos hace felices. ¿Y luego?
La sociedad nos ha enseñado que alcanzar logros nos hará felices. Vale, ya tenemos un buen salario, un buen trabajo, la casa que queríamos, una pareja con la que tenemos una convivencia feliz.
¿Y qué pasa luego? Pues que, si no sabemos ser felices a la hora de disfrutar de lo logrado, tendremos un problema. Para la psicóloga Lorenza Escardó “tenemos que aprender a disfrutar de lo que hemos conseguido, a valorar todas esas cosas y, sobre todo, a enfocarnos para que esos logros nos ayuden en el fortalecimiento de nuestro bienestar emocional”.
Claro que, llegados a este punto, podemos descubrir que la felicidad más que en las cosas, en los objetos, se halla en las emociones, en las sensaciones, en las experiencias.
El doctor Sergio Oliveros es claro a este respecto “el orgullo por haber conseguido ese trabajo, la satisfacción de tener por fin la casa de tus sueños y la seguridad que te proporciona tu estabilidad de pareja, son las sensaciones que tienes que remarcar para empezar a alejar la insatisfacción de tu vida. Vivir la experiencia más que el resultado de esa experiencia”.
“Vivir la experiencia más que el resultado de esa experiencia”
La tiranía del optimismo
Vivir la experiencia, el momento es, seguramente, el mejor método para no perderse esos pequeños espacios de felicidad que, sumados, conformarían lo que se podríamos denominar una vida feliz.
A partir de aquí, tampoco debemos olvidar que el sufrimiento, la pena y el dolor forman (lo mismo que la felicidad) parte sustancial de la vida… e intentar evitar pasar por ello es, además de imposible, irracional e, incluso, perjudicial.
¿Las razones? El doctor Sergio Oliveros las sintetiza “además de ser un objetivo poco realista, puede llegar a producir bloqueo y retroalimentar nuestra tristeza por el simple hecho de estar tristes.
Por otra parte, desde el momento en el que tomemos constancia de la distancia (seguramente sideral) existente entre nuestra vida real y el ideal de felicidad que nos venden, no tardaremos en caer en la ansiedad”.
En definitiva, que no caigamos en la tiranía del optimismo… y probablemente encontraremos más ocasiones (reales) para ser felices.
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