El “fin de curso” nos afecta a todos en distinta medida ya que muchas de nuestras actividades se rigen por el llamado calendario escolar. El tema que me preocupa es cómo llegamos a las tan ansiadas vacaciones. ¿De qué manera y en qué estado nos disponemos a afrontar esos días que algunos llevan soñando durante todo el año?
Si echamos la vista atrás, seguro que conocemos a más de uno que cada año, pasa la primera semana de vacaciones enfermo, quien se marcha con ciática o anginas y los hay que son incapaces de levantarse de la cama.
Durante el mes de julio, nuestra consulta de acupuntura se convierte en un auténtico centro de urgencias. Todo el mundo quiere irse de vacaciones en perfecto estado pero muchas veces no es fácil ya que pueden necesitar hasta tres días seguidos de tratamiento. De lo contrario, se enfrentan a ocho horas de avión padeciendo una inoportuna contractura o a una crisis de vértigo durante una deseada excursión familiar… Esto no sólo sucede en verano sino que puede aparecer en cualquier escapada o viaje pero en esta estación es más evidente para los que lo vemos día a día en nuestro trabajo.
Vivimos de manera enloquecida con mil tareas y problemas para gestionar bajo un ambiente de presión y estrés pero el cuerpo es inteligente y se adapta a estas circunstancias. No le damos al cerebro la orden de parar. La adrenalina, noradrenalina y el cortisol nos hacen seguir funcionando a toda marcha y las posibilidades de enfermar disminuyen. No se trata de ningún mal de ojo, ni tampoco de la socorrida Ley de Murphy. Al parar en seco la actividad, las hormonas caen en picado y las dolencias encubiertas encuentran la manera de manifestarse pidiendo ayuda para nuestro maltrecho cuerpo. Vivimos intensamente, no queremos perdernos nada y por lo tanto, se ha convertido en tendencia esperar al fin de semana, los puentes y las vacaciones para relajarnos como si el resto de los días sólo existiesen para producir y no para vivir.
Antes de empezar las vacaciones o cualquier viaje, empeora el estrés. ¿Qué hay que dejar atado antes de marcharnos? ¿Qué necesitamos tener organizado para nuestra escapada? Todo ello empeora nuestro estado nervioso y hace que al salir de la intensa rutina, nos sintamos mal por el cambio. Tras esta exposición, nos preguntamos, ¿cómo podemos mejorar nuestra mermada energía? Ante la inminente llegada del verano, muchos llaman a nuestra consulta anulando la visita programada por falta de tiempo, y no nos cansamos de predicar que ahora es cuando más la necesitan. Si llegamos en buen estado a la recta final, las consecuencias no serán tan devastadoras, pero cuesta encontrar tiempo para dedicarlo a nuestra salud ya que damos por hecho que lo correcto es que funcione sola. Tenemos un cuerpo mucho más fuerte y resistente a la presión de lo que nos imaginamos y en ocasiones, sólo nos detenemos ante un “susto” grave ya que no hay más remedio. El mejor tratamiento siempre ha sido la prevención.
Hay muchas pistas que nos indican que “algo falla” y esto lo notamos en nuestro cansancio físico y mental, la falta de sueño y de apetito. Sin duda, quienes se cuidan regularmente llegarán con la energía y las hormonas más compensadas a cualquier situación. Hemos de practicar el decir NO. Superada una intensa época de bodas, bautizos, comuniones, cenas, festivales, despedidas…debemos priorizar y repetirnos como si de un mantra se tratara: NADIE PUEDE CUIDARME COMO YO.
Escrito por Dra. Margarita de Legórburu Bella para dDermis Magazine
Licenciada en Medicina. Diplomada en acupuntura por las escuelas de
Pekín (China), Sri-Lanka y la Fundació Bosch i Gimpera (Universitat
de Barcelona).
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