El bienestar que nos puede proporcionar una buena sexualidad está recogido de manera explícita como un derecho en el artículo número cinco de la Declaración de los Derechos Sexuales: “Derecho al placer sexual: prerrogativa al disfrute y goce sexual (incluyendo el autoerotismo), fuente de bienestar físico, intelectual y espiritual.”
Cada persona es responsable de su propio placer
Como indica el artículo cinco de los Derechos Sexuales, el disfrute sexual incluye una parte personal e intransferible: el autoerotismo. Es imprescindible conocer la propia sexualidad y no solo la parte física, sino también nuestros gustos, lo que nos proporciona placer y también las líneas que no nos apetecerá traspasar. Experimentar a solas y fantasear sobre diferentes posibilidades puede ser una manera muy sencilla y exenta de riesgos. En la práctica clínica he confirmado la hipótesis de que las personas que no fantasean nunca sexualmente, o lo hacen poco, acostumbran a tener un bajo deseo sexual y disfrutan menos de sus relaciones sexuales. También es importante reflexionar sobre el lugar que la sexualidad ha ocupado en nuestras vidas y decidir qué espacio queremos otorgarle en la actualidad y en el futuro más próximo. Otros aspectos generales, pero no por ello secundarios, son el conseguir una correcta información sobre sexualidad y consultar con profesionales las posibles dudas como se hace con cualquier otro aspecto de nuestra vida. Además, realizar unos comportamientos saludables en general (alimentación equilibrada, ejercicio moderado, no abusar de drogas…) aumentará las probabilidades de disfrutar de una buena salud sexual.
Algunas estrategias para tener en cuenta a solas:
• Aumentar el repertorio de las fantasías sexuales con la ayuda de literatura erótica.
• Informarse sobre salud e información sexual en webs profesionales o libros educativos.
• Probar estímulos diferentes con la ayuda de juguetes sexuales como vibradores o masturbadores.
Ordenando ideas en pareja
Comunicación sexual
La mayoría de las parejas que acuden a consulta por una disfunción o problema sexual tienen déficits de comunicación con respecto a su sexualidad compartida. Aunque parezca extraño, muchas parejas no suelen explicitar sus preferencias sexuales a su pareja por pudor o porque temen herir los sentimientos del otro. Y nada más lejos, porque, a la larga, el estar presuponiendo día tras día lo que le apetecerá al otro provoca una falta de consonancia y de situaciones confusas respecto al desempeño sexual. Así que es primordial que cada miembro manifieste qué conductas y acciones relacionadas con la sexualidad y el erotismo le apetece practicar y comenzar por llevar a cabo aquellas coincidentes y realistas. Tiempo sexual e íntimo Como ya indicó Séneca, “para grandes cosas mucho tiempo se requiere” y la práctica sexual y la intimidad también necesitan del factor tiempo para poderse desarrollar de manera placentera. Aunque es cierto que a veces un “aquí te pillo, aquí te mato” puede resultar excitante, la sexualidad requiere de una inversión de tiempo para su práctica. Y no olvidar también la intimidad, no sólo como acompañamiento a la sexualidad, sino como vínculo afectivo, conexión emocional y deseo de compartir en toda la amplitud de la relación de pareja.
Orgasmos compartidos
Contrariamente a lo establecido, el orgasmo no tiene porqué aparecer al final de la relación sexual, sino que puede ser un estadio más y colocarse donde la persona o pareja desee a merced de cada circunstancia. Tampoco hay que obsesionarse por el número de orgasmos, ni por disfrutarlos de manera simultánea. Hay personas y parejas tan competitivas que hacen de la consecución del clímax una carrera de velocidad, llegando a obcecarse respecto a ellas mismas o a sus parejas. No hay nada menos erótico y sensual que la pareja te esté apremiando para que llegues al orgasmo, en lugar de disfrutar del continuum. Juegos y juguetes La sexualidad lúdica entronca con la parte más divertida de la sexualidad, sin tener que caer en su banalización. Aunque parece que se han inventado hace poco, los juguetes sexuales hace tiempo que existen, aunque ahora se han sofisticado o perfeccionado. Dentro de los juguetes para adultos más utilizados se encuentran los vibradores, los dildos, los masturbadores, los anillos, las plumas… Sin olvidar los aceites de masaje, los estimuladores, los lubricantes, los antifaces… y algunos objetos más contundentes como cintas, esposas o cuerdas. La incorporación de estos elementos en las prácticas sexuales de la pareja funcionará como potenciador del placer si los dos miembros tienen una actitud de predisposición a experimentar y dejarse llevar por los sentidos. Es decir, unir juego, sexo y placer. dD
Escrito por Dra. Carme Sánchez Martin. InSex Barcelona. Co-directora del Instituto de Sexología de Barcelona, para dDermis Magazine
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