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¿Qué estamos dispuestos a hacer para cambiar?

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La vida es un vaivén de sentimientos, acciones y reacciones, momentos, años. A finales de año muchos somos los que nos planteamos cómo queremos que sea el próximo. Así pues, os pregunto con toda confianza… ¿qué estáis dispuestos a hacer para cambiar? O mejor aún, ¿qué es lo que queréis cambiar primero?

Los buenos propósitos son ya parte de las guirnaldas con las que decoramos nuestro entorno navideño.

Un entorno más íntimo, nuestra ilusión, nuestra mente y espíritu, en aras de preservar ese afán de superación que, sin duda, aflora con toda su fuerza a medida que, día a día, se acerca la hora de las uvas.

La lista de deseos, que hemos ido confeccionando desde niños, dibuja una carta a los reyes magos de lo más singular. En algunos casos, muchos de ellos, aún siendo prioritarios permanecen intactos entre líneas. Y es que muchos de esos propósitos no pueden darse sin, al menos, hacer un cambio (significativo o no) en nosotros mismos. Un cambio de perspectiva, un cambio de conducta, un cambio de creencia.

Sí, si queremos dejar sitio a nuevos propósitos en esa pintoresca carta tenemos dos opciones: o coger una nueva hoja o dar por conseguido alguno de los que permanece en ella.

Permiso al error

La dificultad reside, en muchos casos, en concretar, es decir, pasar de la intención/deseo a la acción orientada que nos ayudará, seguramente, a trazar un plan estratégico. Éste, a su vez, nos puede ayudar a propiciar la consecución de nuestro logro, de nuestro propósito. Por cuál empezar, eso es decisión de uno mismo.

Nadie mejor que uno mismo sabe, en realidad, qué quiere. Nadie mejor que uno mismo sabe, en realidad, si lo puede o no conseguir. La dificultad puede estar alimentada por las dudas o los miedos que aparecen cuándo somos conscientes de que dicho cambio significativo en nuestra vida nos empujará a salir de nuestra zona de comodidad y control.

El miedo a no tener el convencimiento total de que todo saldrá bien, tal como lo esperamos, a la primera; pero cambiar lleva implícito la opción de equivocarse, pues como la vida nos ha enseñado en otras ocasiones, no todo sale bien a la primera. ¿Te permites equivocarte? ¿Cómo gestionas e interpretas un error? Darte permiso puede resultar la pieza clave en la concesión de uno de esos propósitos, y la responsabilidad reside en uno mismo, no en reyes mágicos.

Aprender a gestionar los errores, los conflictos, los miedos, no significa armar una coraza de hierro… No. Identificarlos, gestionarlos y reenfocarlos a nuestro favor, pues el miedo es algo natural y fundamental que, si dominamos, nos puede empujar con fuerza y mantener nuestros sentidos abiertos para sortear obstáculos.

El miedo nos avisa y nos obliga a poner toda nuestra energía en aquello que hagamos, a estar alerta, a dar lo mejor de nosotros mismos… Es un instinto básico humano. El miedo al cambio es un miedo proyectado al futuro, a lo que sucederá o a lo que puede suceder. El miedo al cambio es una preocupación anticipada que podemos gestionar, en muchas ocasiones teniendo en cuenta que:

Tener nuestro objetivo bien definido y no perder el enfoque en él nos ayudará a estar dirigidos a los beneficios que deseamos.

Mantener una actitud abierta y positiva en la que la inestabilidad o incomodidad sirvan de enchufe y no de apaga fuegos.

Ser realista, coherente y evitar, en lo posible, interpretaciones imaginativas de lo sucedido o de lo que está por suceder.

Aprender de los errores para, si es posible, poder anticipar dificultades reales con las que lidiar.

Actualiza la carta a los Reyes

Repasa tu carta a los reyes magos, analízala, si hace falta reformúlala, todo cambia, todo varía y puedes darte el placer de reconocer que algunos de esos propósitos ya no tienen cabida en esa carta. Una vez la tengas actualizada, prioriza cada uno de los deseo, y escoge aquél que más te convenga (puedes escoger el más fácil y rápido, para darte el lujo de conmemorar una victoria, o puedes escoger aquél que más te motive y te haga sentir con fuerza y energía). Ahora sí, concreta, amplia al máximo ese propósito: ¿cuándo lo quieres? ¿qué es lo que esperas conseguir? ¿qué te motiva a dar los pasos? ¿qué puede ocurrir (lobueno y lo malo)? Y, por último, comparte esos miedos que has identificado, pues los miedos pierden fuerza al expresarlos y al recibir otras formas de interpretarlos.

La vida es un vaivén de propósitos, acciones y reacciones, miedos y logros.

Escrito por: Xavier Carpintero, Director de DO_Sinergia y Coach Professional para Saludemujer.com

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