En este artículo quisiera tratar un tema desconocido no sólo por muchas mujeres sino también por muchos hombres, la diástasis.
La diástasis abdominal o diástasis de los rectos es la separación de los músculos abdominales en la parte delantera del abdomen, en la línea alba. Durante el embarazo, los cambios hormonales causados por la relaxina, progesterona y estrógenos combinados con el crecimiento uterino, causan el estiramiento de la faja abdominal, afectando principalmente a los rectos del abdomen que se van separando de la línea media. Todo esto ocurre para que nuestro bebé tenga espacio.
Sin embargo hay que decir que aún no existe consenso en la literatura sobre qué valor es considerado clínicamente relevante (Rett, Braga, Bernardes, Andrade, 2009). A nivel global, una separación de 2,5 cm se puede considerar diástasis.
Después de dar a luz la musculatura debería de volver de manera natural a su posición pero a veces esto no ocurre y queda una separación que afectará al abdomen, dándole un aspecto flácido y descolgado: esa antiestética tripilla.
¿Qué consecuencias puede tener?
El primer signo, y más evidente, es una tripita que cuelga o abombada y que no disminuye pasados unos meses. Pero al margen de aspectos puramente estéticos hemos de tener en cuenta que la faja abdominal ya no ejercerá su función de protección de las vísceras y órganos internos. Ello no sólo afectará a nuestra estática corporal, provocando dolores de espalda o una lumbálgia crónica, sino que nos puede ocasionar problemas digestivos (al tener en disposición diferente las vísceras), hernias, prolapsos y problemas de incontinencia urinaria y fecal.
¿Cómo solucionar este problema?
La diástasis se puede mejorar y en la mayoría de los casos es reversible. Con los ejercicios hipopresivos las mejorías son notables, no sólo estéticas sino también para problemas de incontinencia urinaria, dolores de espalda y de tránsito intestinal.
Durante mucho tiempo teníamos la creencia de que si hacíamos muchos abdominales, tipo crunch, conseguiríamos reducir nuestra barriga. Nada más lejos de la realidad. Los abdominales tradicionales ejercen una importante presión (que no todo el mundo es capaz de gestionar), nos empujan vísceras y órganos internos hacía abajo, y además, al realizar estos ejercicios los músculos rectos del abdomen se separan, y la diástasis de rectos empeora.